lunes, 20 de enero de 2020

Cuento. El zapatero, el peregrino y el pájaro.

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Tánger, en Marruecos.
No hace mucho tiempo, vivía en Tánger un humilde zapatero remendón que tenía un canario. Un día, mientras estaba remendando zapatos, un viejo peregrino oyó el canto del pájaro y quedó fascinado. Se quedó más de una hora mirándolo fijamente, con los ojos y la boca muy abiertos, y luego empezó a suplicar al zapatero que se lo vendiese, cosa que este no estaba dispuesto a hacer porque tenía cariño al pájaro. Pero el peregrino insistió tanto que, al final, el zapatero aceptó vendérselo por veinte monedas. El peregrino era pobre, y veinte monedas era un precio muy elevado para un canario; pero, aun así, reunió el dinero, compró el pájaro y se marchó. Pasaron tres días, y el peregrino volvió con el canario. –Devuélveme mis monedas y toma tu pájaro. El zapatero se enfadó mucho al oír aquello. –Yo no quería vendértelo. Fuiste tú quien insistió en comprarlo. Y ahora vienes a molestarme otra vez. ¿Qué derecho tienes a hacer eso? –El pájaro no canta –le respondió el peregrino–. Desde que me lo llevé a casa, se ha quedado posado en su jaula y no le he oído cantar ni una sola vez. –Me es igual –dijo el zapatero–. En el trato que hicimos no pusimos como condición que el pájaro cantase. Y te repito que yo no quería vendértelo. Así que… lárgate. Entonces el peregrino empezó a dar voces, y se formó un corro de espectadores que querían saber cuál era el problema. Los dos interesados contaron su historia y en parte porque el peregrino era mayor y parecía muy furioso, y en parte porque los buenos musulmanes tienen debilidad por los hombres santos, todos se pusieron en contra del zapatero. –¿No te da vergüenza? –le dijeron–. Devuélvele a este pobre hombre sus veinte monedas y quédate con tu pájaro. Y así lo hizo: le dio al peregrino sus veinte monedas, con la esperanza de que lo dejara tranquilo. –Un momento –dijo el peregrino–. Le he dado de comer a este pájaro inútil durante tres días. Es justo, pues, que me pagues las semillas que se ha comido. Al oír esto, el zapatero se puso más que furioso. Había deshecho el trato por pura amabilidad y ahora el viejo quería que le pagase el importe de las semillas. Eso, dijo, no lo haría jamás, aunque le cortasen la cabeza o lo arrastrasen desnudo por las calles de Tánger. Pero el viejo peregrino se puso todavía más furioso, llamó a la guardia e hizo llevar al zapatero a rastras ante el Pachá. –Este no es caso para que lo juzgue yo –dijo el Pachá tras haberle escuchado–, sino el Juez Supremo de todos los casos insignificantes. Así pues, la guardia se hizo cargo de los dos litigantes y los condujo hasta la casa del juez. El juez los escuchó con mucha atención, y no le quedó ninguna duda de que hablaban completamente en serio. Luego dictó sentencia. –Es evidente que el peregrino está en su derecho –le dijo al zapatero–, así que debes liquidar la deuda que tienes con él por los tres días que ha dado de comer a tu canario. Pero hay algo en tu contra –añadió al tiempo que se volvía hacia el triunfante peregrino–. Durante tres días este zapatero se ha quedado sin el canto de su pájaro, y debes resarcirle. Por tanto, te condeno a pasar tres días dentro de una jaula en el taller del zapatero y a cantar para él tan bien como lo hace su pájaro. Entonces llamó a sus guardias, como si tuviera que decirles algo importante, dejando al peregrino sin vigilancia. Y no hace falta decir que, cuando miraron, el peregrino había desaparecido; y ya nunca volvió a molestar a nadie en Tánger.

1.- Preguntas:

      • ¿Quién compró el canario?
      • ¿Cuándo huyó el peregrino?
      • ¿Quién dictó sentencia?
      • ¿En qué ciudad se sitúa la historia?

2.- Ordena estos hechos cronológicamente:

  •       El zapatero devolvió el dinero
  •       El peregrino pidió el importe de las semillas. 
  •       El peregrino llamó a la guardia.
  •       El Pachá no quiso juzgar al zapatero. 
  •       El zapatero se negó a pagar.
  •       El peregrino reclamó sus monedas.


3.- ¿Por qué el Pachá no quiso juzgar el caso del canario?

      • Porque estaba ocupado.
      • Porque era un caso difícil.
      • Porque era un caso intrascendente.

4.- ¿Qué conclusión puede extraerse de la lectura «Un negocio ruinoso»?

         • Que nunca hay que fiarse de los peregrinos.
         • Que las situaciones desagradables pueden resolverse con humor e inteligencia.
         • Que los jueces árabes ayudan a escapar a los delincuentes.

5.- ¿Qué personaje de la lectura te parece más simpático? ¿Por qué motivos?

6.- ¿Qué animal te gustaría tener en tu casa? Explica por qué has elegido ese animal.

7.-  Completa las siguientes oraciones con las palabras deshecho o desecho:

         • El zapatero había ________ el trato por amabilidad.
         • La fábrica se deshizo de todas las piezas de ________ .

 8.- Escribe un verbo equivalente a cada expresión.
         • dar voces vocear
         • dar sombra
         • dar coces
         • dar paseos
         • dar golpes
         • dar vítores

9.- Sustituye los verbos destacados por otros que signifiquen lo mismo. Puedes utilizar:
     liquidar, litigar, persuadir, resarcir.

         • El peregrino convenció al zapatero.
         • El peregrino debía compensar al zapatero.
         • El zapatero debía pagar su deuda.
         • Las dos partes dejaron de pleitear.

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