jueves, 23 de enero de 2020

Viaje de Magallanes y Elcano.

Año 1519. España. Reina Carlos I, nieto de los Reyes Católicos. El monarca decide que quiere enviar una expedición para llegar al sudeste asiático (Islas Filipinas, Laos, Camboya, Vietnam, etc.) a través de una nueva ruta. Vamos a explicar por qué los españoles querían llegar allí, así como los hechos que acabaron culminando en la primera circunnavegación de la Tierra.

¿Por qué semejante viaje?

El motivo era esencialmente económico. El sudeste asiático es el único lugar del mundo en el que crecen productos como la canela, la pimienta, el clavo o la nuez moscada. Son las denominadas "especias", que sirven, aparte de para dar sabor a los platos, para conservar alimentos. Imaginaos lo importantes que eran las especias en aquella época, cuando aún no existían ni la electricidad ni mucho menos los frigoríficos o los congeladores. Valían tanto como el oro, incluso más. Los españoles deseaban acceder a la especias de manera directa. Pero había un problema: su comercio estaba en manos de los portugueses, que controlaban toda la ruta (mirad el mapa de abajo: todo lo sombreado en verde corresponde a territorio portugués. Cualquier barco no portugués que se atreviese a pasar por la zona era apresado o hundido)


¿La solución? Los españoles tenían que buscar otra ruta. Una que evitase cruzar aguas portuguesas. Y aquí entró en juego Fernando de Magallanes, quien propuso a Carlos I cruzar el Atlántico y buscar un paso hacia el Océano Pacífico por Sudamérica, con el objetivo final de llegar a la tierra de las especias. A priori podría parercer una idea sencilla y no demasiado arriesgada. Pero hay que tener en cuenta que en 1519, año en el que se inició la expedición, la parte del mundo que conocíamos era sólamente la destacada:



Por lo tanto, aventurarse a navegar más al sur de Brasil era meterse en aguas desconocidas, nunca antes navegadas por nadie. No sabían qué podrían encontrarse: rocas sumergidas, tribus hostiles, seres nunca antes vistos, quizá monstruos... La aventura estaba servida.

El viaje.

El encargado de llevar a cabo semejante empresa fue Fernando de Magallanes, un navegante portugués al servidio del rey Carlos I. Partió del San Lúcar de Barrameda el 20 de septiembre de 1519 con cinco barcos. La ruta que siguió aparece detallada en el siguiente mapa:

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Estrecho de Magallanes. Imagen
tomada por satélite. Lo blanco es nieve
y hielo.
Como se puede ver, una vez llegados a América empezaron a dar como "saltitos". Esto es debido a que buscaban un paso para cruzar al Pacífico; y cada vez que se encontraban con una bahía o desembocadura de río más o menos grande se introducían en ella para investigarla, por ver si les llevaba a su objetivo. No sabían que el único paso existente estaba muy al sur. Y tampoco sabían que era uno de los lugares más peligrosos del mundo para la navegación. Estamos hablando del Estrecho de Magallanes (ver foto). Un verdadero laberinto con peligrosas corrientes marinas y aguas embrabecidas por los frecuentes temporales que azotan el lugar. Los barcos se internaron en él; y apunto estuvieron de naufragar en más de una ocasión debido a las tormentas y vendavales. Afortunadamente, al final consiguieron cruzarlo, llegando al Océano Pacífico. Allí no tuvieron tormentas, sino todo lo contrario: un mar calmado y vientos favorables.
Sin embargo, a Magallanes y su tripulación les acechaba otro peligro. El Pacífico es un océano inmenso, en el cuál hay grandes extensiones de mar sin isla alguna. Sin posibilidad de recargar agua potable y alimentos, la hambruna y la sed pronto hicieron mella en los marineros, como bien describe en este texto Antonio Pigafetta, cronista de la expedición:

La galleta que comíamos ya no era más pan sino un polvo lleno de gusanos que habían devorado toda su sustancia. Además, tenía un olor fétido insoportable porque estaba impregnada de orina de ratas. El agua que bebíamos era pútrida y hedionda. Por no morir de hambre, nos hemos visto obligados a comer los trozos de cuero que cubrían el mástil mayor a fin de que las cuerdas no se estropeen contra la madera... Muy a menudo, estábamos reducidos a alimentarnos de aserrín; y las ratas, tan repugnantes para el hombre, se habían vuelto un alimento tan buscado, que se pagaba hasta medio ducado por cada una de ellas... Y no era todo. Nuestra más grande desgracia llegó cuando nos vimos atacados por una especie de enfermedad que nos inflaba las mandíbulas hasta que nuestros dientes quedaban escondidos... .


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Enfermo aquejado de escorbuto.
La enfermedad a la que se refiere Pigafetta es el escorbuto: un mal que aqueja a toda aquella persona que no toma la suficiente cantidad de vitamina C, presente ésta en frutas y verduras. Sus síntomas son claros: primero se inflaman las encías, y luego se caen los dientes. Si no se trata a tiempo puede llegar a ser mortal.





Afortunadamente la flota finalmente consiguió avistar y atracar en una isla, a la que bautizaron como "Isla de los ladrones" (Actual isla de Guam). Allí pudieron descansar y obtener agua fresca y comida. Luego de esto comenzaron a investigar la zona. Consiguieron cargar de especias uno de los barcos, y todo parecía empezar a marchar por fin bien. Pero la mala fortuna deparaba un nuevo golpe a la expedición...

Muerte de Magallanes, relevo de Elcano y finalización del viaje.

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Escudo de armas de Elcano. Merece la pena
fijarse en la parte superior del mismo,
donde aparece un globo terráqueo
con la inscripición en Latín
"PRIMVUS CIRCVMDEDISTI ME".
La traducción: "El primero en darme la vuelta"
En el tanscurso de la exploración de una isla, los españoles fueron atacados por una tribu. Hirieron a Magallanes, que murió al poco tiempo. Ante esas circunstancias, Juan Sebastián Elcano se hizo cargo del mando de la expedición, decidiendo volver a España por la ruta que bordeaba África. Tras mucho penar y mucho huír de las flotas portuguesas que les acosaron y persiguieron, finalmente lograron llegar a Sevilla en septiembre de 1522, con un solo barco y 18 tripulantes. Lo habían conseguido. Habían descubierto una nueva ruta para llegar a la tierra de las especias y habían demostrado que la Tierra era esférica.

Recompensa.

Carlos I felicitó a Elcano por la hazaña lograda, otorgándole un escudo de armas (una distinción muy imporante en aquella época) y una paga anual de 500 ducados de oro (el equivalente actual a 27.000€, más o menos). Elcano, lejos de acomodarse, siguió navegando y participando en otras expediciones. Moriría de escorbuto en 1526, a bordo de la nave "Santa María de la Victoria", viajando de nuevo hacia el sudeste asiático.


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