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Don Quijote y Sancho Panza. |
Si recordáis, en la última aventura Don Quijote fue apaleado por un mozo que estaba al servicio de unos mercaderes. Don Quijote estaba buscando problemas... Y los encontró. Después de ésto se quedó tirado en el campo, hasta que un vecino suyo le encontró y se lo llevó a su casa, malherido. Su familia y amigos, preocupados por la locura de Don Quijote, deciden quemar sus libros, por ver si así deja de leer y se le pasa la locura; y luego tapiar (tapar, cubrir con ladrillos) la puerta de la biblioteca. Pero ya es demasiado tarde: Don Quijote está loco como una chota. Se cree que su biblioteca ha desaparecido por culpa del encantamiento de un mago, al que llama Frestón.
Lo siguiente que decide Don Quijote es buscar un compañero de aventuras. Convence a un vecino suyo, llamado Sancho Panza, para que le acompañe en sus nuevas aventuras como escudero (ayudante de caballero). Ya sabéis el dicho: un loco vuelve loco a un ciento (o lo que es lo mismo, que un loco puede sacar loco a cien personas con sus disparates). Veamos la primera aventura conjunta de Don Quijote y Sancho Panza: la de los molinos de viento:
En esto, descubrieron treinta o cuarenta molinos de viento que hay en aquel campo, y así como don Quijote los vio, dijo a su escudero:
-La suerte va guiando nuestras cosas mejor de lo que acertáramos a desear; porque ves allí, amigo Sancho Panza, donde se descubren treinta, o pocos más, enfadados gigantes, con quienes pienso pelear y quitarles a todos las vidas. Y con sus restos comenzaremos a enriquecernos; que ésta es buena guerra, y es gran servicio a Dios quitar tan malos bichos del mundo.
-¿Qué gigantes? -dijo Sancho Panza.
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Lo que veía Don Quijote en su mente. |
-Aquéllos que allí ves -respondió su amo- de los brazos largos, que los suelen tener algunos de casi dos leguas.
-Mire vuestra merced -respondió Sancho- que aquéllos que allí se parecen no son gigantes, sino molinos de viento, y lo que en ellos parecen brazos son las aspas, que, volteadas del viento, hacen andar la piedra del molino.
-Bien parece -respondió don Quijote- que no estás muy enterado en esto de las aventuras: ellos son gigantes; y si tienes miedo, quítate de ahí, y ponte a rezar mientras yo voy a atacarles en fiera y desigual batalla.
Y diciendo esto espoleó a su caballo Rocinante, sin atender a las voces que su escudero Sancho le daba, advirtiéndole que, sin duda alguna, eran molinos de viento, y no gigantes, aquéllos que iba a atacar. Pero él iba tan puesto en que eran gigantes, que ni oía las voces de su escudero Sancho, ni acertaba a ver, aunque estaba ya bien cerca, lo que eran. Por el contrario iba gritando a voces altas:
-No huyáis, cobardes y viles criaturas; que un solo caballero es el que os acomete.
Levantóse en esto un poco de viento, y las grandes aspas comenzaron a moverse, lo cual visto por don Quijote, dijo:
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Don Quijote embestido por el aspa del molino. |
-Pues aunque mováis más brazos que los del gigante Briareo, me lo habéis de pagar.
Y diciendo esto, y encomendándose de todo corazón a su señora Dulcinea, pidiéndole que en tal lucha le socorriese, bien cubierto con su escudo, con la lanza en el ristre, arremetió a todo el galope sobre Rocinante y embistió contra el primer molino que estaba delante; y dándole una lanzada en el aspa, la volvió el viento con tanta furia, que hizo la lanza pedazos, llevándose tras sí al caballo y al caballero, que fue rodando muy maltrecho por el campo. Acudió Sancho Panza a socorrerle, a todo el correr de su asno, y cuando llegó halló que Don Quijote no se podía mover: tal fue el golpe que dio con él Rocinante.
-¡Válgame Dios! -dijo Sancho-. ¿No le dije yo a vuestra merced que mirase bien lo que hacía, que no eran sino molinos de viento?
-Calla, amigo Sancho -respondió don Quijote-; que las cosas de la guerra, más que otras, están sujetas a continua mudanza; cuanto más, que yo pienso, y es así verdad, que aquel sabio Frestón que me robó la biblioteca y los libros ha vuelto estos gigantes en molinos por quitarme la gloria de su vencimiento: tal es la enemistad que me tiene; mas al cabo al cabo, han de poder poco sus malas artes contra la bondad de mi espada.
-Dios lo haga como puede -respondió Sancho Panza.
Preguntas:
- Investigación. Los molinos que Don Quijote ataca siguen aún hoy en pie. Averigua en qué pueblo de la Mancha están.
- ¿Qué se pensaba Don Quijote que eran los molinos?
- ¿Por qué los ataca?
- ¿Qué le dice Sancho a Don Quijote?
- ¿Qué le sucede a Don Quijote al atacar a los molinos?
- ¿Qué se piensa Don Quijote que ha pasado para que los gigantes que él veía se hayan convertido en molinos?
Responded las preguntas en comentarios, y luego me hacéis la siguiente ficha. Enviadla como siempre a "gapapagator@gmail.com"